jueves, 12 de febrero de 2009

La Música

Funciones de la música


Función gramatical




En programas expositivos (vg. Un radio-reportaje), ponemos trozos de música para separar secciones o bloques
de texto, para pasar de un asunto a otro. Una frase musical larga tendrá la misma función que la raya o guión que trazamos entre dos pasajes de un artículo para indicar que damos por terminado un aspecto de nuestro tema y nos disponemos a pasar a otro (de ahí que en algunos países a esas inserciones musicales se les llama “guiones”). De ese modo, al tiempo que damos un pequeño descanso o “respiro” al oyente, le advertimos que “vamos a dar la vuelta la página”, que se prepare mentalmente para una mutación. Otra frase musical más breve cumplirá la función de un punto aparte: separará dos parágrafos de un mismo bloque o sección. En los radiodramas, igualmente, la música separa las escenas, marca los traslados de lugar y/o las transiciones de tiempo. Actúa, pues, como el telón en el teatro entre un acto o cuadro y el siguiente. Por eso es que, traduciendo mal la palabra inglesa curtain, que significa cortina pero también telón, se llama a estas separaciones “cortinas musicales” (su designación más apreciada sería “telones musicales”). En resumen, la música se intercala para ir marcando las diferentes fracciones de que está compuesta la emisión y para distinguir unas fracciones de las otras.

Función expresiva.



Al mismo tiempo que separa escenas o pasajes, la música comenta lo escuchado, contribuye a suscitar un clima emocional. Es la funcn principal de la música en programas hablados: crear una atmósfera sonora: la cortina que da fin a una escena puede ser alegre o triste, agitada o plácida; lírica o épica; tensa, vivaz, melancólica, fúnebre; sugerir esperanza o abatimiento; dar sensación de luminosidad o ser sombría. Tanto o más que en el cine, el comentario musical ayuda a crear en torno a las palabras, el ambiente peculiar requerido para provocar en el oyente una determinada identificación emocional.
De ahí la necesidad que en nuestros libretos no nos limitemos a indicar meramente “música” o “cortina musical”, sino que precisemos también lo que queremos que la música exprese, el carácter del comentario musical que se requiere, la atmósfera determinada que esa cortina debe crear. La música no sólo subraya el clima emocional de las situaciones, sino también el carácter de los personajes: una escena donde predomina un personaje servicial, solidario, fraternal, culminará bien con un tema musical de sencilla nobleza, impregnado de cierta ternura; otra donde hemos presentado a un tipo atildado, afectado, lleno de remilgos, podrá ser subrayada irónicamente con una minué cortesano, dieciochesco…
Naturalmente, es en el radiodrama donde la música juega más esa función expresiva; pero a veces también una radio-reportaje, un relato con montaje o una charla vivencial, se benefician con esa atmósfera que la música sugiere.

Función descriptiva.


La música no sólo expresa estados de ánimo, sino que muchas veces nos describe un paisaje, nos da el decorado de un lugar. Si queremos ubicar la escena en una país determinado, podemos recurrir a un tema musical típico de se país; si nos trasladamos a una época pasada, música de esa época nos ambientará y situará. Para una escena a orillas del mar, acaso la música descriptiva y poética de La mer de Debussy hará sentir al oyente la atmósfera marina. La alegría cantarina de una fuente con sus juegos de agua podrá ser descrita con un pasaje bien elegido de Las fuentes de Roma de Respighi; el aspecto guerrero y marcial de una ejército marchando será pintado por la música de La vía Apia en Los pinos de Roma del mismo autor. A veces, la música describe tan bien una sensación sonora que llega incluso a sustituir con ventaja al sonido real y no hacerlo necesario.

Función reflexiva.


Además, esas pausas musicales que introducimos como signos de puntuación y a la vez como comentarios emocionales, sirven también para que el oyente tenga tiempo de recapitular lo que acaba de escuchar y de reflexionar sobre ello, antes de continuar escuchando la historia o la exposición. A veces, en un radiodrama, después de una escena en que los personajes han discutido y si la discusión es rica en contenidos, pondremos una cortina musical larga para que nuestra audiencia piense por un momento en lo que termina de oir. Lo propio haremos en radio-reportaje tras una entrevista en que el entrevistado ha dicho cosas nuevas e importantes. E incluso tal vez preferimos en esos casos temas musicales que inviten a esa reflexión y la favorezcan.

Función ambiental.


Para completar esa enumeración, nos resta añadir que a veces ponemos música porque la escena real que estamos reproduciendo la contiene. Por ejemplo, si nuestros personajes se encuentran en una fiesta y están bailando, debemos oír la música a cuyo compás ellos danzan; si están en una concierto, oiremos la música que se ejecuta en él; si se hallan en un parque de diversiones, es natural que escuchemos la música de la calesita o de la banda del circo. En estos casos, la música es un sonido del ambiente.
Pero a veces no por eso deja de contribuir a la atmósfera que deseamos crear. Si nuestros personajes se encuentran conversando en un bar y está encendido el aparato de radio, la música popular que éste difunde en ese momento puede ser, a nuestra elección, animada melancólica, según el clima del que queramos rodear la conversación. Si unos muchachos de la esquina están
reunidos y uno se pone a tocar su armónica, puede tocar música triste o alegre, según la situación y el diálogo lo pidan. En uno de los capítulos de un famoso radiodrama, una barriada muy humilde festeja con regocijo un acontecimiento: el hijo de uno de los vecinos del barrio se ha recibido de abogado. En la escena de la fiesta, en medio de las voces animadas y felices de todos,
se oye la música de un acordeón tocando un tema popular vivo y alegre.
Pero, posteriormente, el joven defrauda las esperanzas del barrio: llevado por la ambición de escalar posiciones y “hacer carrera”, rompe con sus viejos amigos, se desolidariza de sus padres. Y en ese momento, reaparece el acordeón tocando el mismo tema de la fiesta, pero ahora en tiempo lento y con tonalidad triste. Así la música dice cómo la alegría de esos padres y sus vecinos se ha transformado en decepción, en amargura, en frustración. La música ambiental cobra ahora una significación expresiva.

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